A lo largo de la historia de la vida, se observan 2 estrategias reproductivas claramente diferenciadas:
- Una primera estrategia reproductiva (conocida como estrategia «r»), consistente en centrar toda la energía disponible y todo el esfuerzo en tener una descendencia lo más amplia posible, en tener un gran número de crías, invirtiendo toda su energía disponible en el hecho reproductivo mismo, pero apenas en su cuidado, alimentación y defensa. Se prima la cantidad sobre la calidad. Moluscos y peces pueden llegar a poner 500 millones de huevas al año. Es obvio que no pueden atender a sus retoños. Y no les va mal. Es una estrategia que perdura inmutable desde hace 1.500 millones de años. Por tanto, una estrategia eficaz. Una eficacia bien probada y consolidada.
- Y una segunda estrategia reproductiva (conocida como estrategia «k»), consistente en reducir el tamaño de la prole, pero dedicando en cambio una gran energía y recursos en su cuidado, alimentación, protección, defensa y entrenamiento para la vida.
El objetivo de ambas estrategias -«r» y «k»- es asegurar con eficacia, es decir, con cierto grado de seguridad, una descendencia que permita la supervivencia de la especie. La primera consiste en producir embriones muy pequeños, muy alejados de su forma definitiva, pero en número tan elevado que a pesar del alto porcentaje de pérdidas, consigan sobrevivir los suficientes para que la especie se perpetúe. La segunda consiste en producir mucha menor cantidad de retoños, pero cuidar mucho mejor de ellos. Las diversas especies se han decantado por una de estas 2 estrategias.
En la historia de la vida se observa una clara evolución, una tendencia hacia la 2ª. Una clara evolución de la estrategia inicial «r» hacia la estrategia «k»: menor tasa reproductiva, pero mucho mayor cuidado de la prole. A medida que las especies han ido desarrollando su sistema nervioso, su cerebro y sus mecanismos adaptativos al medio, se han ido alejando de «r», para acercarse a «k».
Una tendencia en la dirección de ir reduciendo el tamaño de la prole, a cambio de ir aumentando la dedicación, atención, protección y defensa la misma. Una evolución que va primando la calidad sobre la cantidad. Invertir menos esfuerzo, menos tiempo, menos energía, en el tamaño de la prole, a cambio de invertir más esfuerzo, más recursos, más energía y más tiempo en su cuidado, alimentación, protección, defensa y entrenamiento para la vida. Invertir en proteger y asegurar su supervivencia.
Los peces priman la cantidad, y tienen una prole ingente, incontable, incalculable. Estrategia «r». Una estrategia reproductiva basada en que toda la energía se centra en la producción de millones de huevas y de espermatozoides, que dan lugar a millones de crías. Pero con las que ya no hay vínculo, relación, ni contacto alguno entre l@s progenitores y las crías. Ni siquiera se ven, ni se conocen. Todo el esfuerzo está centrado en la cantidad.
Las truchas tienen unas 8.000 crías al año. Los anfibios alrededor de 200. Mucho menor, aunque muy alta, es la tasa reproductiva de los reptiles. Menor aún es la de los mamíferos. Las hembras mamíferas tienen pocas crías, pero se dejan la piel en su defensa y preparación para la vida. Así es como tras el invento de la fecundación interna por parte de los reptiles, los mamíferos rebajaron el número de crías, pero dedicándose mucho más a ellas. Y no sólo es que los mamíferos pasen más tiempo con sus retoños, lo cual les supone a estos una magnífica oportunidad de aprendizaje; no sólo es que las hembras alimenten directamente a sus crías, a través del amamantamiento; sino que los mamíferos modificaron además su anatomía genital para poder cuidar a sus crías dentro de su vientre hasta el momento del nacimiento.
Y aún mucho menor es la tasa reproductiva de los primates. Las conejas tienen 30 crías al año, las leonas 2 y las gorilas 1 cada 5 años.
Cuando hace 5 millones de años los seres humanos tuvimos que abandonar nuestro confortable mundo arbóreo, nos vimos obligados a apostar aún más por esa línea evolutiva hacia la estrategia «k». No tenemos tamaño, ni fuerza, ni velocidad, ni colmillos, ni venenos, por lo que éramos muy vulnerables a ras de suelo, en un ecosistema novedoso y plagado de especies mucho mejor dotadas que nosotr@s. Tuvimos que primar la calidad sobre la cantidad.
La necesidad de supervivencia en un ecosistema en el que éramos tan vulnerables nos llevó a ingeniar estrategias nuevas: 1) Así, convertimos el sexo en un juego, aumentando la cantidad y mejorando la calidad, lo cual permitió crear un vínculo estable entre los progenitores (los primates no lo hacen). 2) Fomentamos el “auzo-lan”, es decir, la cooperación y cohesión del grupo. 3) La adquisición de la marcha bípeda supuso el estrechamiento del canal de parto, por lo que los bebés humanos tienen que nacer prematuros, para que su cráneo pueda pasar por el canal de parto. Y 4) La madre y el padre, ahora junt@s, apostaron por destinar todas sus energías, todo su tiempo y todo su saber hacer a cuidar, alimentar, proteger a la prole, y prepararla para la vida.
Desde que los seres humanos tuvimos conocimiento de la relación entre coito y embarazo, ha sido un empeño constante de la humanidad el poder controlar nuestra dimensión reproductiva. Es decir, poder mantener una tasa reproductiva baja y dedicarnos en cuerpo y alma a ella.
De hecho, l@s human@s estamos exactamente en el otro extremo del arco de estrategias reproductivas, e incluso en el extremo de la estrategia «k». Pero, eso sí, también estamos en el extremo de la dedicación parental.
Hemos avanzado mucho y hoy disponemos de numerosos recursos preventivos que nos permiten controlar nuestra dimensión reproductiva. Disponemos de no pocos métodos anticonceptivos, cada día más perfeccionados, cada día más seguros. Y disponemos también de la píldora del día después, un rápido y eficaz medio para atajar un problema en cuanto se produce.
Pero no siempre es posible impedir el que ocurran embarazos no deseados. En esta decidida apuesta por la calidad sobre la cantidad, hoy disponemos también de recursos sencillos que nos permiten defendernos de una maternidad impuesta. Impuesta por el azar, la ignorancia o el fallo de un método anticonceptivo.
Lo importante es que podemos resolverlo. En Clínica Askabide llevamos 30 años ayudando a las mujeres. La maternidad-paternidad es una experiencia única, maravillosa. Pero ello ha de ser fruto de la voluntad, de la decisión, del deseo de una pareja. O de una mujer. Porque tener un/a hij@ no tiene nada que ver con «pagar las culpas» por haberlo hecho, por haber cometido algún error, o porque se ha roto un condón.
La especie humana ha apostado claramente por una estrategia reproductiva “k”: una baja tasa reproductiva y volcar nuestras energías en ella. El hecho de que tengamos recursos para poder controlar nuestra dimensión reproductiva es una excelente noticia.
Y sin embargo, no parece que dicha estrategia reproductiva esté poniendo en riesgo precisamente la supervivencia de la especie. Bien al contrario. Somos ya 7.000 millones de seres humanos y nuestra supervivencia no está en riesgo. Por contra, esta estrategia ha supuesto el mayor nivel conocido hasta ahora de dedicación parental. De inversión de energía de l@s progenitores en la prole. De tiempo de permanencia juntos. Una dedicación parental que comienza ya en el embarazo y que se multiplica infinitamente tras el nacimiento. Si, individualmente somos muy-muy vulnerables, cierto, y por si fuera poco, encima nacemos -necesariamente- prematur@s. Cierto, pero el auzolan, la protección del grupo y la más desmedida dedicación parental conocida sobre la faz de la Tierra, resuelven con creces nuestras primeras carencias.
Gracias a la información, a la medicina, a la química, a la tecnología, l@s human@s disponemos hoy de una serie de recursos para controlar nuestra dimensión reproductiva. Hemos avanzado mucho en los cuatro millones de años de nuestra existencia en este entrañable planeta. Y muy especialmente en el último siglo. Basta con compararnos con otras especies. Hoy disponemos de numerosos recursos que nos permiten controlar nuestra dimensión reproductiva. Disponemos de no pocos métodos anticonceptivos, cada día más perfeccionados, cada día más seguros. Disponemos de la píldora del día después, un rápido y eficaz medio para atajar un problema en cuanto se produce. Disponemos de tests que nos permiten saber inmediatamente si estamos embarazadas y así poder tomar prontamente una decisión. Y disponemos también –afortunadamente- de los medios para interrumpir un embarazo no deseado. El hecho es que hemos avanzado mucho en este terreno, y cada día trabajamos más por conseguir el poder intervenir lo antes posible y de la manera más sencilla posible.
Pero no siempre es posible impedir el que ocurran embarazos no deseados. A veces la información sobre los métodos anticonceptivos no es todo lo amplia que debiera. A veces hacemos un uso incorrecto de los métodos. A veces fallan... El hecho es que siempre ocurrirán embarazos no deseados. Lo importante es que hoy en día podemos resolverlo.
Cuando -por mil razones- no se dan las condiciones para seguir adelante con un embarazo no deseado, cuando no se dan las condiciones apropiadas para tener un hij@, toda mujer o pareja tiene el derecho a defenderse de una maternidad impuesta. Impuesta por el azar, la falta de información o el fallo de un método anticonceptivo. Y tiene el derecho a decidir cuándo, cómo y con quién tener un hij@. Y el derecho a interrumpir un embarazo no planificado cuando no se dan las condiciones necesarias para ello.
Hoy podemos interrumpir un embarazo no deseado. Es una decisión personal. No se le obliga a nadie a hacerlo, pero quienes así lo deciden pueden hacerlo. Y de forma muy sencilla. En condiciones sanitarias apropiadas, en Clínicas debidamente preparadas y legalmente autorizadas. Por aspiración. Con anestesia local o sedación, en función de la elección de cada mujer. Y recientemente también con un procedimiento novedoso y más sencillo aún: cuando no se superan las 3 semanas de retraso, podemos hacerlo por medicación. Una medicación que en 24 horas provoca una regla. La interrupción farmacológica del embarazo ha supuesto todo un hito en el control de nuestra dimensión reproductiva.
La interrupción del embarazo es muy sencilla y se hace por simple aspiración. La hacemos con anestesia local o con sedación si la mujer así lo prefiere. Una interrupción de embarazo se parece a una revisión ginecológica. En este caso se introduce una pequeña cánula de goma -más estrecha que un lápiz- en el útero y simplemente se aspiran -desde fuera- esas primeras células que apenas se están empezando a formar. No hay que trivializar el aborto, pero sí desdramatizarlo.
MUY IMPORTANTE: En la Clínica Askabide llevamos a cabo todo el proceso de la interrupción del embarazo bajo control ecográfico, lo cual nos permite un seguimiento visual ininterrumpido de todo el proceso, desde el primer minuto hasta que la mujer se levanta y se viste.
Atrás, muy atrás, quedan ya las historias que se contaban sobre escabechinas que se hacían por personas no preparadas para ello. Hoy en día las interrupciones de embarazo se hacen por ginecólogas preparadas, en las mejores condiciones sanitarias y bajo ecografía, por lo que la interrupción del embarazo es una intervención muy sencilla, rutinaria y muy breve.
Lo más importante de todo es que hoy disponemos de los recursos sanitarios y tecnológicos que nos permiten controlar nuestra dimensión reproductiva. Que nos permiten poder decidir cuánt@s hij@s tener, cuándo y con quien. Lo cual nos ha permitido a su vez convertirnos en la especie que más ha desarrollado la calidad en la relación progenitores-hij@s. La especie más protectora y que más tiempo, más energía, más dedicación, más cuidados y más esfuerzo invierte en la prole. La que más invierte en su cuidado, alimentación, protección y defensa. La que más invierte en educación, en la transmisión de información y en preparación para la vida. O sea, la que mejor garantiza las posibilidades de supervivencia, que es de lo que se trata. La estrategia «k», la estrategia de reducir el tamaño de la prole, de reducir la cantidad para primar la calidad ha sido todo un acierto reproductivo. Y el desarrollo médico y tecnológico que ha contribuido a ello ha supuesto -además- una conquista médica y social irreversible.
En Askabide podemos ayudarte tanto en el terreno preventivo -métodos anticonceptivos- como en el caso de que tengas algún problema: píldora del día después, tests de embarazo, ecografías, interrupción farmacológica, aspiración con anestesia local, con sedación, etc.
Pero no te duermas. Cuanto antes lo hagas, mejor. Es una carrera contra el tiempo.
Si tienes un retraso de la regla, si estás embarazada y en este momento no se dan las condiciones adecuadas para seguir con el embarazo, no te quedes paralizada, no te duermas. Acércate lo antes posible a la Clínica Askabide y te ayudaremos a resolverlo. Llevamos 30 años haciéndolo.
Si deseas más información acerca de la Capacidad reproductiva, puedes ponerte en contacto con nosotros o acercarte a la Clínica Askabide, para pedir cita y ayudarte lo antes posible. Llevamos más de 30 años ayudando a nuestros pacientes.