Las hormonas son las grandes artífices de la maravillosa capacidad de adaptación a la vida y a sus distintas etapas. Fabricadas principalmente en el cerebro, en los ovarios y en los testículos, ellas son el director de orquesta de nuestro cuerpo, ellas son las encargadas de dar las órdenes correctas a todos y cada uno de los instrumentos de la orquesta, y de que las órdenes lleguen efectivamente a su destino y cumplan su cometido.
Hormonas en infancia
Ya durante el embarazo, nuestras laboriosas hormonas van a jugar un papel fundamental, ya que ellas son precisamente quienes van a modelar nuestro cuerpo como mujer o como hombre, preparándonos para las funciones biológicas propias de uno u otro sexo. Su meticuloso trabajo es primordial, ya que cualquier error o despiste durante el embarazo tendría nefastas repercusiones.
Hormonas en la adolescencia
Una vez de haber hecho bien su trabajo (para satisfacción de todos), el feliz día del nacimiento digamos que se toman un merecido descanso, hasta que en cuanto suena el reloj biológico de la adolescencia vuelven a tomar un protagonismo inusitado. Porque además de crecer, el cuerpo ha de prepararse para ser capaz de transmitir la vida. Una tarea nada sencilla, que requiere la perfecta puesta a punto de un complejo mecanismo.
Nuestras hormonas han de despertar en nosotros el deseo sexual, la necesidad, la pasión. Han de prepararnos en el arte de la seducción. El encantamiento, el encandilamiento, el enamoramiento. Y han de preparar nuestro cuerpo para transmitir la vida: han de reactivar nuestros ovarios, nuestros testículos, han de inflamar en deseo nuestro clítoris, han de poner a punto nuestro pene, han de concluir su trabajo en nuestro útero, iniciar la menstruación, inventar la eyaculación, desarrollar y preparar adecuadamente nuestros pechos...etc.
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