Información sobre el Coitus interruptus

Sexología

Desde que los seres humanos descubrimos la relación entre coito y embarazo (hace unos 12.000 años) ha sido una constante el intentar controlar nuestra capacidad reproductiva. En un comienzo los métodos anticonceptivos utilizados fueron bastante rudimentarios. Siguiendo el ejemplo agrícola de la semillita que fructifica, uno de los primeros recursos fue eyacular fuera de la vagina. Pero teniendo en cuenta la afición de los varones a la penetración, la marcha atrás trataba de conjugar ambas cosas: penetrar un ratito, pero al mismo tiempo tratar de evitar el embarazo. Lo cierto es que los resultados no eran precisamente los más apetecibles -ni en el placer, ni en la anticoncepción-, pero tampoco había nada mejor. Estábamos aún en la prehistoria de la anticoncepción.

metodos-anticonceptivos

Después, a lo largo de la historia los humanos hemos ido ingeniando modos diferentes de evitar los embarazos no deseados: primero fueron los rudimentarios condones de la Edad Media, más adelante inventamos el DIU, luego las pastillas anticonceptivas, más tarde el diafragma, los espermicidas y ya más recientemente el anillo vaginal, los parches anticonceptivos, DIUs aún más modernos, etc.

Y sin embargo... todavía hay quienes siguen con aquella vieja historia de la marcha atrás... Y claro, luego vienen los disgustos. La marcha atrás es un recurso prehistórico, frustrante e ineficaz.

Frustración

La marcha atrás impide una relación sexual relajada, distendida, agradable. Impide que ambos puedan centrarse en las sensaciones placenteras, en el goce sexual, y hace que estén más pendientes de otras cosas. Él tiene que estar alerta y pendiente de no despistarse cuando le venga, lo cual genera una tensión y una ansiedad totalmente incompatible con la tranquilidad necesaria para disfrutar del encuentro sexual. A lo que se une el miedo constante -muy especialmente en ella- a un embarazo no deseado. Mes tras mes se pregunta -hecha un manojo de nervios- si le bajará o no le bajará la regla. Un simple retraso provoca pánico. Y es que ya sabemos, a veces por experiencia propia, que la marcha atrás, además de generar frustración, no funciona. Vamos, que no impide el embarazo.

Antes de llover, chispea

Karmele se echa las manos a la cabeza. No se lo acaba de creer. Es que no se lo explica. Ya no entiende nada. Empieza diciendo que está embarazada, que se han hecho una prueba y que les da positivo. Pero que no es posible. Lo repite una y otra vez. Como tratando de convencerse a sí misma. Dice que lo hacen con la marcha atrás y que él no eyacula dentro. Y que así es «imposible» quedarse embarazada. Imposible dice...

Unai no dice nada. Únicamente le mira. Como queriendo creerle, como escrutando en el infinito con la esperanza de que haya siquiera alguna posibilidad de que haya algún error, de que Karmele tenga razón, y de que todo quede en un mal sueño.

A veces tenemos malos sueños, pesadillas; y cuando despertamos sentimos un enorme alivio. Pero... no es este el caso. Sí que es una pesadilla, pero no un sueño: están embarazados.

Lo tienen claro: no pueden tener un hijo. Imposible en este momento, imposible en estas circunstancias. Tienen que interrumpir un embarazo que no deseaban, que les ha cogido por sorpresa, y que ni siquiera se explican cómo ha sido.

Están serios, tensos. Karmele agita nerviosamente las manos, y no puede contener las lágrimas. Le decimos que se tranquilice, porque se lo vamos a resolver. Según les vamos explicando los pormenores del aborto, su rostro, su mirada, su tono vital se va recuperando. Escucha con atención, con confianza. Ella se imaginaba otra cosa. Tenía miedo. Bueno, pánico. Pero ahora sabe que se va a resolver. Y que no tiene nada que ver con historias que le habían contado. Por fin una luz, una esperanza. Se va a resolver.

Quieren hacerlo cuanto antes. Ya mismo. Es lógico. Les explicamos las medidas o precauciones a respetar tras la interrupción voluntaria del embarazo y cómo el proceso concluye con una revisión ginecológica dentro de 15 días.

Pero esto no es suficiente. Tienen un problema que hay que resolver. Porque tan importante como resolver esta situación en la que están es poner los medios para evitar que vuelvan a verse de nuevo en una situación similar.

Para ello hay dos cosas imprescindibles: 1/ entender qué nos ha pasado; 2/ poner los medios adecuados para que no nos vuelva a ocurrir. Por cierto, todas las parejas están convencidas de que no les va a volver a ocurrir. Piensan que una y no más. Que ya han aprendido de la experiencia. Y sin embargo... el 30 % de las parejas que han acudido a la Clínica Askabide a abortar, han repetido. Y algunas parejas más de 2 veces...

Hay quienes -al igual que Unai y Karmele- creen que es «imposible» embarazarse con la marcha atrás. Eso creen. Eso les han dicho. Hasta que el retraso de la regla y la prueba de embarazo -positiva- les ponen ante la realidad: están embarazados. Luego de «imposible» nada de nada. Ojalá lo hubieran sabido antes.

Algunas veces se debe a que él ha esperado tanto, tanto... que ha eyaculado dentro. O al menos, parte. Pero otras muchas veces se embarazan sin haberse corrido dentro. Ni siquiera un poquito. ¿Y entonces? ¿Cómo es posible? Pues porque "antes de llover, chispea".

O sea, porque mucho antes de eyacular, salen unas gotas que contienen espermatozoides. Son unas gotas distintas al semen, menor cantidad, más blanquecinas, más licuosas, menos grumosas. Pero la mayor diferencia estriba en que cuando salen no producen sensación ninguna a su propietario. No le avisan.

Es eso que se conoce como líquido pre-seminal, una especie de «brigadilla de limpieza», cuya finalidad es eliminar la acidez de los restos que quedan en la uretra de la última vez que se ha orinado. Unas gotas que no provocan sensación alguna, que no hay modo alguno de controlarlas puesto que no se anuncian, pero que pueden contener inoportunos espermatozoides. Y luego, la sorpresa. Y el disgusto.

Su tasa de (in)seguridad

Así que están haciendo la penetración... y cuando él nota que le va a venir, se sale y eyacula fuera. Convencidos de que así no hay riesgo. Pero... ohhh..., sin darse cuenta de que para entonces el estropicio ya está hecho.

La marcha atrás trae consigo muchos disgustos inesperados, o sea, muchos embarazos no deseados, incluso en los casos en que el varón dice que sabe controlarse perfectamente. Cuando alguien te diga que no te preocupes en absoluto, que él sabe controlarse, más vale que salgas por piernas lo más rápido posible. Porque vas a tener problemas. Un dato a tener muy en cuenta: el 39,72 % de las mujeres que han acudido a la Clínica Askabide a interrumpir un embarazo no deseado, se han embarazado con la marcha atrás. ¿Te sorprende? Son todos esos casos «inexplicables», pero tan frecuentes. Menuda broma. Más de 1 de cada 3.

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Lo dicho: que la marcha atrás no funciona, no sirve, no impide el embarazo. Hoy en día los humanos disponemos -afortunadamente- de un amplio abanico de métodos anticonceptivos con altísimas tasas de seguridad. Si no quieres disgustos, ya sabes: sexo seguro. Que no te coja por sorpresa. Hoy hay otros medios. Infórmate.

Si deseas más información sobre el coitus interruptus, puedes ponerte en contacto con nosotros o acercarte a la Clínica Askabide, para pedir cita y ayudarte lo antes posible. Llevamos más de 30 años ayudando a nuestros pacientes.

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